Llueve sangre.


Antes que nada quiero dejar estos números por acá, una nunca sabe cuando los va a necesitar.
Líneas de ayuda para violencia doméstica: 
0800 4141 (violencia basada en género)
911 (emergencia).

En la imagen de arriba estás leyendo una frase que el presidente de la República Oriental del Uruguay, Luis Alberto Alejandro Aparicio Lacalle Pou utilizó como respuesta ante la pregunta de una periodista uruguaya que sacó a colación los cinco femicidios transcurridos en los trece días que llevamos de cuarentena.

Desde aquí, mis respetos para esa periodista por acordarse de todas las mujeres.
Ante la ira que me dio escuchar esta frase en una cadena nacional se le sumó una propuesta del taller, escribir algo utilizando como disparador a la lluvia.

Así nació "Llueve sangre"
De mi taller me corrieron y nadie comentó nada sobre mi trabajo, así que estreno el blog con el puntapié inicial para la ejecución de esta idea dormida.



Llueve sangre.

Afuera está soleado, pero yo sigo encerrada, ya llevamos 12 días de confinamiento.
La gente está indignada por nimiedades y yo, mientras tanto, sigo encerrada.
Me dicen que no tengo que indignarme tanto, que cambie mi cara, que por lo menos tengo un techo. Si tan solo supieran que en casa, todos los días, llueve sangre, comprenderían mi situación.
En mi casa llueve sangre y con mamá no podemos hacer nada para evitarlo, hablamos con algunos vecinos pero comienzo a pensar que ellos también temen accionar ¿o será que en sus casas llueve sangre también?
Ayer estábamos jugando a ser una familia feliz, sentados los tres en el sillón y mirando la cadena nacional por televisión.
Mamá, con su nariz destrozada, sus brazos plagados de hematomas y ese ojo que cada vez me parece más inflamado.
Papá, con su cerveza, gritándole a la tele, dónde se emitían imágenes de la conferencia brindada por el presidente de la república, creyéndose el macho alfa de la casa.
Y yo, su única hija, sentada, mirando la tele, analizando lo poco que podía llegar a escuchar. Aunque en realidad siempre estoy alerta a los movimientos de mi padre, una nunca sabe cuándo puede llover sangre.
El simio que tengo por padre se calló un instante, se fue a buscar otra cerveza, y cuándo escuché esta frase del presidente supe que este sería el fin, tanto para mi madre, como para mi.

«Lamentablemente, lamentablemente, como un efecto colateral muy grave, a veces este confinamiento, este aislamiento, trae como consecuencia ese tipo de acciones, lamentablemente»

Me levanté sin hacer ruido, fui al lugar donde tantas veces vi a mi padre guardar su arma, repetí todo lo que le vi hacer infinidad de veces para amenazar a mamá.
Volví al living, mi padre ya estaba sentado allí, en mi mente resonaban una y otra vez las palabras del presidente. Pensando en que no le importamos ni al gobierno, gatillé.
Hoy, llovió sangre. Pero no de mi madre, ni mía. Llovió la sangre de un hombre que nos hizo pasar un infierno en vida.
Llovió sonidos de sirenas de patrulleros y ambulancias, sus luces lo inundaban e iluminaban todo, como los relámpagos en una tormenta.
Llovió culpa y llovió todo el peso de la ley sobre mi madre.



Shio.

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